En estos días convulsos de gritos y encierros, queda muy poco espacio para el silencio. Y sin silencio es imposible escuchar algo. Ni siquiera a nosotros mismos. Y si no podemos escucharnos a nosotros mismos… ¿quién maneja nuestras decisiones?
Esta pandemia se cobra sus muertos, a los que apenas se puede velar, y con tanto ruído ¿quién puede detenerse ante el recuerdo de nuestros mayores que se van?
El ruído, avisos, mensajes, enfados, llantos exacervados, coñas marineras… formas diferentes de hacerse presentes ante los demás, pero… ¿hasta qué punto ignoramos nuestra propia situación personal?
Callado
Claro que no te olvido.
A los seres del sueño no los apaga el mundo,
no los toca el reloj porque no tienen tiempo.
(Lo que es
no se niega,
late
en cada rincón
con su tambor callado).
-Juan Carreón-