«la poesía puede aparecer hasta en la punta de un bolardo…»
La poesía se esconde en muchas partes. Los libros son la vía directa, pero teniendo ojos para ver, y paciencia para ser tocados, la poesía puede aparecer hasta en la punta de un bolardo. Hoy quiero compartir dos ejemplos del mismo autor. Polares por su soporte de origen, pero que traslucen una misma alma. Juan Carreón, espero no ser denunciado!
¿La libertad es un lujo?
Una banca en el parque, una cueva o un tejaban es indispensable para guarecerse, una cama es un lujo. Una mujer no es necesaria, mi corazón podría seguir latiendo, y mis pulmones respirando sin ellas. Podría vivir sin ver a mi hijo, todos los exiliados sobreviven a eso, y sus hijos también. Es más, puedo, biológicamente vivir sin música, sin libros, sin amigos, sin expresarme (me ahorraría un montón de discusiones pendejas), pero una mujer ha sido el lujo de mis días, seré tan fútil que dormiré en mi colchón delicioso, oiré a Mozart y mi hijo tendrá, como su padre (espero) el gusto por el arte, la cultura, la esgrima, la equitación, los viajes, los vinos, la cocina y el amor a la universalidad. Aunque eso le resulte a algunos austeros «filosofía de banqueta.»
Cuenta de facebook, Juan Carreón
Si no es ella
Nos vimos, nos gustamos, nos buscamos,
nos tocamos discretos, nos sentimos,
todo en contra, pensamos, y nos vimos.
Una tarde de octubre, nos besamos.
Nos pusimos distancia, nos dudamos,
nos encontramos solos, nos sufrimos,
nos extrañamos, nos reconocimos,
y con ternura y morbo nos amamos.
Hoy no hay beso si no es ella quien besa
y no siente mi piel si otra la toca
y sólo existe Dios si Emilia reza.
Que mi alma no hay más libre ni tan presa.
Que mi mente más cuerda ni más loca,
ni alegría que produzca más tristeza.
Los sueños de Jacinto Craken, Juan Carreón Segovia. Ed. Letras sin tiempo