[2] ¿Cómo superar nuestra tragedia pesonal? (I)

«No es necesario apresurarse, todavía podemos jugar un poco más nuestro drama…»

Con más frecuencia de la deseada nos encontramos enredados con preocupaciones recurrentes. Son asuntos del ámbito cotidiano que se han vuelto un obstáculo y que han tomado un lugar central en nuestras vidas.

Ejemplos de esto podrían ser: algún compañero de trabajo que nos hace la vida imposible, o la dificultad de gestionar demasiado trabajo (siempre hay algo urgente)… hay quien tiene dificultad para encontrar y mantener un trabajo independientemente de sus capacidades técnicas… Otro ejemplo típico tiene que ver con las relaciones de pareja: no encontrarla, o encontrar la inadecuada, o tenerla pero no ser capaz de conseguir acuerdos en asuntos que nos parecen muy importantes… Las cuestiones económicas, la salud, siempre hay al menos una pata que nos hace cojear la mesa y que atrae fuertemente nuestra atención. Y a pesar de ocupar tanto espacio, el asunto no mejora. 

Como es natural, si estas situaciones perduran en el tiempo las vivimos como algo trágico. Un drama del que no conseguimos salir fácilmente. De este tipo de tragedia quisiera comentar.

Estos temas que nos preocupan tienen algunas particularidades que podemos comprobar. En primer lugar son conflictos que permanecen en el tiempo, incluso ocupando cada vez más espacio en nuestra vida. En lugar de serenarnos, asumir esa dificultad y trascenderla como hacemos con otros acontecimientos indeseados, nos empantanamos sin que la situación mejore. Sobre nuestra tragedia parece no aplicarse eso de que el tiempo cura todas las heridas.

Otra particularidad es que nuestro entorno más cercano no suele mostrarse receptivo con nuestro problema, llegando incluso a enviarnos mensajes más o menos explícitos del tipo “ya estás otra vez con lo de siempre” o “es que no haces nada por remediarlo” o frases por el estilo que obviamente no nos sirven de ayuda.

En el lado opuesto a la tragedia humana tenemos la comedia. Dos caras de una misma moneda. En principio, la comedia, el reírnos de nuestras propias desgracias puede ser un revulsivo sanador. Puede aportarnos luz y una nueva perspectiva de acción ante el problema, pero no tiene futuro como solución única. Reírnos de todo como si nada nos doliese también supone huir de la realidad.

Entonces ¿cómo empezar a salir del bucle? ¿cómo dejar atrás estas preocupaciones?

Lo primero sería introducir en la ecuación una variable que podemos llamar la inercia de vida, y respetarla. Tiene que ver, por una parte, con nuestro contexto vital, es decir, el ambiente que nos rodea, personas y condiciones de vida. Nuestra historia vital empuja en una dirección muy concreta, y estos factores tienen mucho peso. No podemos ignorar esta fuerza, pero tampoco utilizarla como excusa para no responsabilizarnos de nuestras necesidades.

Hay una conocida metáfora según la cual si la vida es como un río, tan inútil es nadar a contracorriente para mantener una ilusión de control como no hacer nada por esquivar las piedras rio abajo.

Una vez que aprendemos a respetar esa inercia de vida podemos introducir alguna buena costumbre como prestar atención a las siguientes 3 respiraciones cada vez que nos sorprendamos en el laberinto de nuestro drama.

Vive ahora, preocúpate  del presente más que del pasado o el futuro.                                                                                                   Claudio Naranjo

Por último, y esta es la mejor noticia, la vida tiende a colocarnos exactamente ante las dificultades que necesitamos atravesar para continuar desarrollándo nuestro potencial. No es magia, ni algo casual.

Como si de un videojuego se tratase hemos de derrotar al monstruo si queremos subir de nivel. No es necesario apresurarse, todavía podemos jugar un poco más nuestro drama, pero hemos de saber que el momento perfecto para atacar al monstruo siempre es el que menos nos apetece, o sea, ahora!