[3] ¿Cómo superar nuestra tragedia personal? (II)

«Atravesar situaciones que tememos es ineludible para avanzar en la integración…» 

Una de las conclusiones que pudimos extraer del anterior post sobre este tema es que, escondido detrás de nuestro drama vital y de nuestras preocupaciones, está operando un miedo que evita que afrontemos situaciones que necesitamos experimentar para trascender dicho drama.

Cuando este tipo de miedos está operando, la realidad se nos muestra distorsionada. El miedo elabora sus propias conclusiones; y cuanto más patológico es, más nos aleja de la vida manteniéndonos en un poco saludable lugar al que frecuentemente llamamos zona de confort.

Entonces, ¿qué es lo que no estamos viendo en relación a nuestra “tragedia personal”?

Hay algunas cosas que podemos hacer para averiguarlo y resolver la situación. Algo que nos va a ayudar es comenzar a asumir control sobre el fenómeno de la preocupación. Se trata de darle un espacio conscientemente. Decidir preocuparse, y dedicarle un tiempo a ello. Coger el toro por los cuernos, como diciendo “Ok, voy a seguir preocupándome, pero voy a hacerlo cuando yo quiero”.

Entonces tomamos una hoja en blanco y un bolígrafo (o nuestro cuaderno de las soluciones) y durante unos minutos nos damos vía libre para elaborar el esquema de nuestra preocupación. Como quien se dispone a preparar una receta de cocina, colocamos todos los ingredientes de nuestro problema disponiéndonos a continuación a descubrir, reflexionando, la mejor solución de que somos capaces. Finalizamos cuando sentimos que hemos encontrado el mejor camino a seguir. Una solución única que debe cumplir un par de requisitos.

Ahí está el verdadero poder, tener ojos y no tener miedo. La verdadera sanación es la aceptación y el verdadero proceso es la entrega.                                                                                                                                                                                                     -Claudio Naranjo-       

Si la solución que encontramos es demasiado fácil de llevar a cabo o, por el contrario, resulta imposible de asumir, deberemos de sospechar de nuestro análisis.

Si nuestra solución no requiere un esfuerzo probablemente nos encontramos ante un atajo. Y los miedos no admiten atajos, han de ser atravesados. Por eso, sea cual sea la solución que encontremos, ha de suponer un desafío a alguna de nuestras pautas habituales de comportamiento.

Esto no significa que debamos realizar ningún acto heróico. Atravesar situaciones que tememos es ineludible para avanzar en la integración de nuestra personalidad; la buena noticia es que admite pasos intermedios, o sea, avanzar poco a poco.

Si las soluciones que encontramos se plantean como imposibles o casi imposibles de encarar es probable que se nos esté escapando alguna información, algo que no estamos viendo y que justificaría nuestra posición de impotencia ante el problema. Nos toca seguir buscando.

La preocupación, la ansiedad y el miedo patológico se han vuelto demasiado populares en esta época que nos toca vivir, por eso es imperiosa la necesidad de empezar a observarnos y tomar cartas en el asunto sabiendo que en muchas ocasiones no es el problema el que nos causa la preocupación sino que es el estado de drama el que escribe la historia.